La Maestra Cuarentena
Escrito por: Banery Richardson
Un día cualquiera de marzo tocó nuestras puertas sin avisarnos, se metió en nuestras vidas y en el desenvolvimiento cotidiano de todos. Con tiza en mano y con el pizarrón de nuestros días fue marcando la pauta de nuestra existencia y subsistencia.
Cada alumno, tal cual salón de clases de una escuela dominicana cualquiera, tomamos nuestros útiles personales y decidimos emprender el camino hacia la faena, todos sin saber a qué nos aventurábamos. Parecidos a aquel niño que fue el primer día a clase llevado de manos, con la esperanza de que nos iba gustar.
Las primeras lecciones han consistido en conocernos a nosotros mismos. En días en que las horas nos rinden y somos nuestros mejores compañeros hemos tenido (a la mala) que reinventarnos, y saber la fortaleza y capacidad de nuestros cerebros. Pues el pánico y la ansiedad están al acecho.
Otra enseñanza que agradeceremos a esta maestra es la cercanía con los seres que amamos y a quienes tanto tiempo le robamos; estos que son las principales víctimas de nuestras cargadas agendas personales, de nuestros proyectos, ocupaciones y hasta de nuestra actual dependencia de las redes sociales. Esta cuarentena nos ha permitido retomar el almorzar juntos, el hablar cara a cara, el disfrutar una siesta colectiva y mirarnos a los ojos descubriendo que nos perdíamos de lo mejor.
En sus clases, que son los siete días de la semana, la maestra se ha encargado de refrescarnos algo que ya sabíamos pero que cada segundo se hace más verdad: “La vida es una cuestión de resistencia no de velocidad”. Nuestras labores cotidianas se han detenido, pero aún el reloj sigue marcando las horas. ¡¡¡Que equivocados estábamos!!! La vida ha seguido su agitado curso y nosotros acuartelados en el salón de clases. ¿Se fijan? No éramos tan imprescindibles como creíamos.
Cada amanecer se nos viste de igual manera, domingo, lunes, martes y siempre; pero según nuestra maestra cuarentena, es propicio el momento para valorar cada nuevo suspiro. Pasamos de una matemática simple a cálculos exponenciales, de ser analistas deportivos a aprendices de geopolítica, sin lugar a duda ¡hemos dado un gran paso en cada clase!
Usuarios asiduos de la tecnología, pero estas clases nos han dado la oportunidad de diferenciar entre “fake news” y noticias de fuentes oficiales. Como el salón de clases es nuestra propia casa, hemos pasado del whatsapp a plataformas como zoom con una facilidad propia de guruses; a fin de mantener la interacción masiva con nuestros relacionados, los grupos que habíamos silenciado han retomado voz y vida. Compartimos informes de salud pública, estudios internacionales, artículos de la prensa italiana, china y española, ¿quién imaginaría esto?
En una rapidez meteórica, la maestra cuarentena nos ha hecho por amor y salvación comprender la importancia de cuidarnos y cuidar a los que conviven con nosotros, a que de la vida del otro de manera colateral también depende la mía. Esta educadora es radical con el cumplimiento del horario, a las 5:00 p.m. se cierra el telón y quien esté pasillando termina en el cuartel y posiblemente en un video en las redes sociales.
En menos de quince días, nos hemos transformado de nómadas a sedentarios. Seres con mayor anhelo y concepto de la vida. Claro, con sus raras excepciones, porque en cada clase hay alumnos desobedientes.
La valoración de nuestros médicos, enfermeros y policías se ha acrecentado al nivel de la recibida en las sociedades avanzadas. ¡¡¡Por fin las comisiones presidenciales están funcionando!!! Nuestras prioridades se han redefinido, la lectura ha sido desempolvada, los lives se han dinamizado de forma estrepitosa, como por arte de magia estas clases nos han dotado de una capacidad sorprendente de ver y asimilar noticias.
Al día de hoy, la maestra no nos ha comunicado cuando terminarán estas inesperadas clases, pero entre la angustia, la incertidumbre y la lucha higiénica por la subsistencia: cuánto hemos aprendido, maestra cuarentena. Esperamos que haya valido la pena y que al final de este ciclo de estudios tengamos una sociedad más consciente y responsable, con un gasto en salud más alto, con héroes diferentes: de carne y hueso, fuera de la esfera virtual que nos gobierna.
Por lo pronto, maestra cuarentena, seguimos en clase porque el plan es graduarnos y no volver a verte en muuuuucho tiempo.
Redacción
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